Principales enfermedades en terneros causadas por una mala nutrición

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La salud y el desarrollo de los terneros son pilares fundamentales para el éxito de cualquier explotación ganadera. Durante las primeras etapas de vida, la nutrición desempeña un papel crucial en la formación de un sistema inmunológico robusto, un crecimiento óptimo y una resistencia adecuada frente a enfermedades.

Sin embargo, cuando la alimentación no satisface sus necesidades, los terneros se ven expuestos a diversas afecciones que pueden comprometer no solo su bienestar, sino también su capacidad productiva a largo plazo.

Uno de los problemas más comunes asociados con una mala nutrición es la diarrea neonatal. Esta enfermedad, frecuente en los primeros días de vida, puede tener múltiples causas, pero una de las principales es la deficiencia en la calidad o cantidad del calostro que reciben los terneros al nacer.

El calostro es esencial para transferir inmunidad pasiva de la madre a la cría, y su ausencia o baja calidad debilita al sistema inmunológico, haciéndolo más vulnerable a infecciones gastrointestinales.

Problemas en la dieta cotidiana del ganado bovino

Además, la falta de un equilibrio adecuado en la dieta o el consumo de líquidos no nutritivos agravan el problema. Los terneros afectados muestran síntomas como heces acuosas, deshidratación y pérdida de apetito. Si no se atiende a tiempo, estas condiciones pueden conducir a un retraso en el crecimiento e incluso a la muerte.

La prevención se centra en garantizar un acceso adecuado al calostro en las primeras horas de vida, complementado con una dieta equilibrada que incluya agua limpia y fresca.

Otra de las consecuencias de la desnutrición es el debilitamiento del sistema inmunológico, lo que predispone a los terneros a enfermedades respiratorias, como la neumonía. La falta de proteínas, vitaminas esenciales como la A y la E, y minerales como el selenio en la dieta, comprometen las defensas del animal. Los síntomas incluyen tos, secreción nasal, fiebre y dificultad para respirar, lo que no solo aumenta la mortalidad en los casos más graves, sino que también reduce el rendimiento productivo futuro.

Para evitar estas afecciones, es fundamental proporcionar una dieta rica en nutrientes esenciales que fortalezca el sistema inmunológico desde los primeros días de vida, además de mantener un entorno limpio y bien ventilado que reduzca la exposición a agentes patógenos.

Complicaciones en la salud bovina asociada a la nutrición deficiente

El retardo en el crecimiento es otra de las principales señales de una nutrición inadecuada. Los terneros necesitan cantidades suficientes de energía, proteínas y micronutrientes como el hierro y el zinc para desarrollar músculos, huesos y tejidos. Una alimentación insuficiente o desequilibrada puede llevar a una baja ganancia de peso, menor vitalidad y un aspecto delgado.

Este retraso en el crecimiento no solo afecta el bienestar del animal, sino que también reduce su potencial productivo en etapas posteriores de vida. Diseñar programas de alimentación que consideren las necesidades específicas del ternero en cada etapa de su desarrollo es clave para prevenir este problema y garantizar su rendimiento a largo plazo.

Las deficiencias de vitaminas y minerales también pueden manifestarse en forma de enfermedades específicas. Por ejemplo, la hipovitaminosis A, causada por la falta de vitamina A, genera problemas de visión, debilidad y una mayor susceptibilidad a infecciones. El raquitismo, provocado por una deficiencia de calcio, fósforo y vitamina D, se caracteriza por deformidades óseas y crecimiento lento.

Asimismo, la enfermedad del músculo blanco, relacionada con la carencia de selenio y vitamina E, afecta los tejidos musculares, causando debilidad y letargo en los terneros. Para prevenir estas enfermedades, es esencial garantizar una suplementación adecuada en la dieta, tanto para las madres durante la gestación como para las crías, y asegurar una exposición suficiente a la luz solar, que facilita la síntesis de vitamina D.

Complicaciones gastrointestinales asociadas con una mala nutrición en terneros

Los problemas gastrointestinales crónicos son otra consecuencia de una dieta desequilibrada. La falta de fibra y proteínas de calidad, junto con un exceso de concentrados en la dieta, puede alterar la microbiota intestinal, provocando diarrea recurrente, hinchazón abdominal y pérdida de peso.

Este tipo de enfermedades, si no se controlan, pueden dañar permanentemente el sistema digestivo, reduciendo la capacidad de absorción de nutrientes y afectando el desarrollo general del animal. Introducir una alimentación equilibrada y adecuada para el sistema digestivo en desarrollo del ternero es una medida esencial para evitar este tipo de trastornos.

Por último, la mala nutrición también puede desencadenar enfermedades metabólicas, como la acidosis ruminal y la hipoglucemia neonatal. La acidosis ruminal ocurre cuando se alimenta a los terneros con concentrados ricos en carbohidratos fermentables sin una adaptación gradual, lo que lleva a un desequilibrio en el pH del rumen.

Esto se traduce en falta de apetito, diarrea y letargo. Por otro lado, la hipoglucemia neonatal afecta a terneros con bajo peso al nacer o que no reciben suficiente aporte energético tras el parto.

Esta condición se manifiesta en forma de temblores, debilidad y, en casos severos, coma. En ambos casos, la clave está en proporcionar una alimentación adecuada desde el nacimiento, introduciendo los alimentos gradualmente y ajustándolos a las necesidades del animal.

Combatiendo esta problemática en granjas y y criaderos

El manejo adecuado de la nutrición en terneros es una inversión a largo plazo que no solo mejora su calidad de vida, sino también la productividad de las explotaciones ganaderas. Desde garantizar un suministro adecuado de calostro hasta diseñar dietas equilibradas y prevenir deficiencias específicas, cada etapa del proceso alimenticio juega un papel crucial en la salud y desarrollo del animal.

La prevención de enfermedades relacionadas con la nutrición no solo reduce los costos en tratamientos veterinarios, sino que también optimiza el rendimiento productivo, garantizando una mayor sostenibilidad en las actividades ganaderas.

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