La ansiedad es una vivencia nada grata que desgraciadamente la mayoría de las personas han experimentado alguna vez. Numerosos son los síntomas que la definen: excesiva sudoración, dolores en la zona del pecho, escasa concentración y una acentuada fatiga.
No obstante, ¿es posible que el gato pueda llegar a padecer esta nefasta condición?
Cómo entender la ansiedad en humanos y en gatos
En el caso de las personas no es de sorprender que, en un entorno tan saturado de estímulos, presiones y responsabilidades, un nerviosismo de tipo crónico sea el pan de cada día.
Y aunque pudiera padecer sorprendente y con frecuencia se pongan en cuestión las emociones posibles de las mascotas, los animales domésticos también pueden experimentar ansiedad. Cabe recordar que esta última es un sentimiento asociado al estado de alarma corporal, mismo que es tan básico para la naturaleza de cualquier ser vivo preocupado por su sobrevivencia.
En lo que sigue comentaremos cómo detectar los trastornos de ansiedad en los mininos, sus causas posibles y algunas recomendaciones eficaces para solucionar este problema emocional.
Lo primero para tener presente es que cada animal exhibe una percepción particular y que la ansiedad parte de dos factores principales: el estímulo o circunstancia que motiva cierta sensación y la posible predisposición que tenga una mascota- digamos, por ejemplo, un gato- para experimentar esta ansiedad.
No debemos olvidar que, tal y como sucede con los seres humanos, las mascotas son criaturas con sus particulares talantes e historias de vida. Por lo consiguiente, hay mininos que son más tranquilos que otros, mientras que otros gatos son más bien inquietos. Aquello que es capaz de despertar la indiferencia de un minino, es capaz de producir una intensa ansiedad en otro de estos animales.
Cada persona que cuida a un gato conoce mejor que nadie a su animal de compañía. En este sentido, hay dos circunstancias ambientales muy relevantes que pueden propiciar la ansiedad en los gatos.
El entorno como potencializador de la ansiedad en los gatos
Ciertas circunstancias físicas son capaces de promover al máximo la ansiedad en los gatos. Por ejemplo, carecer de referencias que les permitan un aprovechamiento en tres dimensiones del espacio, como, por ejemplo, elementos como muebles, torres y rascadores para escalar.
Carencia de espacio para su aislamiento temporal, es decir, no tener una zona de la casa en donde el animal tenga manera de estar sin contacto con las personas o con otros animales.
No tener cantidades suficientes de agua y alimento, más aún cuando muchos gatos habitan en una misma vivienda, en tanto que pueden presentarse conflictos entre los propios mininos.
Modificaciones en el entorno físico familiar, como el derivado de una mudanza, o variar de manera abrupta su dieta, también pueden producir ansiedad en el gato.
El entorno social como propiciador de la ansiedad en los mininos
Uno de los factores más frecuentes que son capaces de motivar la ansiedad en el gato es la pésima relación que puede tener con otro animal de compañía que habite en ese mismo domicilio, ya sea que se trate de algún otro gato o cualquier animal de otra especie con la cual el minino afectado por la ansiedad tenga que convivir cotidianamente.
No menos perjudicial es el mal manejo por parte de las personas que cuiden a ese gato, con gritos, golpes, maltratos, etc.
Síntomas principales de la ansiedad en los gatos
De entre los síntomas más reveladores del estrés y la ansiedad en los mininos hay que mencionar los siguientes: una enorme agresividad; una intensa tendencia al acicalamiento; contracciones de tipo espasmódico de la musculatura dorsal en el tronco del gato (todo lo cual se conjunta en la patología conocida como síndrome de hiperestesia felina).
También suele presentarse una patente reducción en los deseos de alimentarse del animal, hasta llegar a los terrenos de la anorexia. No menos reveladores resultan los periodos de descanso excesivos y la tendencia a marcar el entorno con orina y heces fuera del arenero.
El tratamiento para curar la ansiedad del gato debe ser determinado por un veterinario con experiencia. Para cada caso debe de haber una solución específica, aunque por lo general suelen utilizarse juguetes terapéuticos como rascadores y en los casos más graves medicamentos veterinarios de tipo ansiolítico.