Eutanasia en perros y gatos, cómo es y cuando debe considerarse

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Una de las decisiones más difíciles que deben de tomarse con respecto a los perros, gatos y cualquier mascota de la especie que sea, es la de llegar a la eutanasia. ¿Qué nos puede llevar a la aplicación de la muerte asistida para nuestro animal de compañía? ¿Es correcto decidirse a ello? ¿Cómo se lleva a cabo? Eso es lo que comentaremos con más detalle: cómo es y cuando debe considerarse la eutanasia en perros y gatos.

La aplicación de la eutanasia en gatos y perros, derivada de una prescripción veterinaria, es una de las circunstancias más dolorosas que deben afrontar los propietarios de esas mascotas. De entre las causas más habituales por las que un veterinario decide recomendar la eutanasia a una mascota destacan las enfermedades crónicas o sumamente graves, dolencias relacionadas con la vejez y las consecuencias de accidentes variados.

Los objetivos de la eutanasia

No obstante, más allá de los motivos que lleven a un veterinario a aconsejar la aplicación de la eutanasia, esto es algo que despierta en el dueño de esa mascota y sus familiares una enorme tristeza. De entre las dudas que se tienen con respecto a la eutanasia está la de si los animales que se someten a ella experimentan un gran dolor por ello, si se le puede acompañar al perro y si uno se puede llevar los restos del animal una vez que el procedimiento ha concluido.

Con respecto a la cuestión acerca de si se hace lo correcto o no al decidirse a la eutanasia, hay que tomar en cuenta que cuando un veterinario decide que esta es la medida más acertada, es que tiene una plena seguridad de que el perro o gato está experimentando un intolerable dolor y que el fin de su vida ya está muy próximo. Una radical disminución en la calidad de vida de una mascota, o si esta última padece agudas complicaciones asociadas a la vejez, son motivos válidos para que un veterinario resuelva que la eutanasia es una opción para considerar por parte del propietario del animal.

Cuándo es conveniente la eutanasia

Cuando un gato o un perro ya no pueden caminar, cuando defeca u orina sin control por toda la casa, cuando padecen sordera y ceguera, en estos casos lo más correcto es impedir que esa mascota siga sufriendo. Por lo anterior, aun cuando la decisión sea difícil de tomar, no cabe sentir culpa alguna por buscar el alivio de nuestra mascota a través de la eutanasia.

Es tiempo de comentar acerca de la eutanasia y el posible dolor que cause en el animal que se someta a ella. De entrada, cabe mencionar que la eutanasia terapéutica es denominada así porque tiene como meta principal disminuir el sufrimiento y el dolor del animal. Conviene saber que “eutanasia” es una palabra que deriva del idioma griego y que quiere decir “muerte buena”.

Cómo se aplica la eutanasia

Los expertos afirman que los animales a los que se les practica la eutanasia no deben experimentar sufrimiento alguno. Por el contrario, la mascota a la que se le aplica la eutanasia debe quedarse dormida de manera serena. Actualmente se han desarrollado técnicas que sirven para que las mascotas que se sometan a este procedimiento veterinario ni siquiera sientan el pinchazo indispensable para la inoculación de la sustancia que sirve para activar la eutanasia.

En lo tocante a la necesidad de que un perro se sienta acompañado en el final de su vida, es algo importante. Y aunque no experimente dolor, ni tenga sufrimiento alguno cuando sea aplicada la inyección, el hecho de hallarse en un sitio extraño, en un ambiente distinto a su hogar, en la clínica veterinaria, hace que los perros sientan un enorme nerviosismo.

Por lo anterior, tener cerca a su dueño, sentir su proximidad, hace que un perro o un gato que se va a someter a la eutanasia tiene menos temor de que se le vaya a hacer algún daño y dejará de sentirse solo. Finalmente, cabe señalar que los propietarios del perro o gato sí se pueden llevar los restos de esa mascota para enterrarlos y llevar a cabo los homenajes que consideren correctos. Otra alternativa que a veces se aplica es que el ayuntamiento o la autoridad local se hace cargo de los restos del animal, los cuales terminan por ser incinerados.

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