Con frecuencia es posible enterarse de alguien que ha encontrado un gato bebé al pasar por la calle y ha decidido llevarlo a casa. ¿Cómo cuidar a un minino de tan corta edad? Difícil y riesgosa resulta la etapa inicial de la vida de un gato, los primeros días tras su nacimiento y por ello hay que cuidarlos mucho y procurar que reciban las debidas atenciones.
De hecho, durante las primeras semanas de vida de un minino es recomendable mantenerlo junto a su madre la mayor cantidad de tiempo que se pueda, puesto que ella se ocupara del aseo y alimentación del gato bebé. En caso de que no podamos dejar al animal con su madre, es preciso acudir a una farmacia veterinaria de confianza para conseguir leche para gato, la cual se adaptará perfectamente a las necesidades nutricionales de este felino.
La nutrición de los gatitos
Hay que tomar en cuenta que la leche de vaca es muy fuerte para la correcta digestión de un gato bebé, además de que no le proporciona los nutrientes adecuados y puede ocasionarle diarrea. Por lo consiguiente, si el gatito no puede permanecer con su madre, habrá que alimentarlo con un biberón hasta que sea capaz de cuidarse por su propia cuenta.
Otro aspecto indispensable de atender con respecto a los cuidados básicos para un gato bebé tiene que ver con la temperatura corporal. Los mininos cachorros precisan de una constante fuente de calor, ya que a lo largo de sus primeras semanas de vida carecen de la capacidad de regular su temperatura corporal. De no atender este aspecto el gato bebé podría morir por frío. Para evitar este triste desenlace habrá que colocarle bolsas de agua caliente envueltas en pequeñas toallas, ubicarlo cerca de la calefacción y de preferencia colocarlo junto con el resto de su camada para que, entre ellos mismos, al arroparse, obtengan el calor corporal que les es indispensable. Lo anterior hay que procurarlo incluso durante la temporada estival.
Enseñarle a utilizar el arenero
Ahora bien. Justo en su primera etapa de vida es cuando se le debe enseñar al gato bebé a utilizar su arenero para que arrojen sus deyecciones. En caso de que aún no puedan desplazarse por su cuenta hasta el arenero, habrá que estimularles corporalmente, al modo en que lo haría su madre, para que realicen sus necesidades. Una vez que hayan defecado es preciso llevar las heces a la caja de arena para que los gatos relacionen ideas y entiendan que ese es el lugar adecuado para llevar a cabo esta necesidad.
Por otra parte, si el minino aún se mantiene en etapa de lactancia, hay que permitirle que se mantenga junto a su madre. De no ser posible esta situación hay que ofrecerle al gato bebé la leche de gato que nos recomiende el veterinario y utilizar para ello un biberón con tetina diseñada exprofeso para este fin.
Por el hecho de que algunas gatas dejan de alimentar a ciertos cachorros, a veces hay gatitos que padecen eventos de desnutrición. Debido a ello es preciso atender si acaso el minino en cuestión se está alimentando convenientemente. Es algo básico, en especial durante las primeras semanas de vida del animal.
No menos importante es la desparasitación de los gatos bebés. Hay que llevarlos al veterinario para ello, ya que debemos disminuir el riesgo de que sufran afectaciones en su salud por parásitos externos, como, por ejemplo, las pulgas, o a causa de parásitos internos, como las lombrices.
Importancia de los eructos en los gatos bebés
Así como sucede con respecto a los bebés humanos, los mininos bebés también deben expulsar el aire. Para ello hay que sujetarlos con una mano por la barriga y con la otra hay que aplicarle pequeños y suaves golpes en su lomo. Eso hay que hacerlo luego de cada toma de leche.
Con respecto a lo anterior, cuando los gatitos son destetados comienzan a beber agua fresca y por ello hay que hacer lo necesario para que tengan a su alcance suficiente agua fresca y limpia.
Un tip adicional para constatar el estado de salud de un gato bebé, se refiere a revisar sus excrementos. Esto es especialmente eficaz para revisar la salud de nuestro gato bebé en sus primeros meses de vida. Es preciso observar que los excrementos no estén más blandos de lo habitual o que incluyan parásitos.